De sobra conocemos que el ser humano es social. Es una característica principal que nos define: nos satisface compartir con otras personas momentos de nuestra vida, participar en actividades conjuntas e interactuar cotidianamente.

A menudo, nos resulta común asociar la tercera edad con un gradual empobrecimiento de las relaciones sociales debido a la disolución familiar y a la pérdida de roles en la sociedad ocasionando así una mayor incomprensión del núcleo familiar. Sin embargo, hoy conocemos que las relaciones sociales son uno de los factores protectores para envejecer de una forma activa y saludable.

A continuación, se exponen algunas recomendaciones para aquellos adultos mayores que pretendan mejorar este aspecto social:

Promueva relaciones positivas: Una red familiar activa y cercana les ayudará a sobrellevar las posibles limitaciones y dolor ante pérdidas disminuyendo la percepción de angustia. Estos apoyos que se reciben, además, suelen ser una estimulación para mantenerse activos tanto física como mentalmente y permite satisfacer la necesidad de sentirse comprendido y apoyado.  

Amplíe su apoyo social: Aquellas personas que reciben un mayor apoyo social ya sea a través de conversaciones telefónicas y visitas con amigos, familiares, vecinos y participan regularmente en actividades sociales, disfrutan de una mejor salud y un mayor grado de satisfacción en su vida. Por tanto, motive las relaciones interpersonales sólidas.

Cuide las amistades: La tercera edad es una etapa vital que necesita de un apoyo relevante y significativo para la persona. Con las amistades no solo se comparte la edad, sino también experiencias vitales similares, intereses comunes, recuerdos y valores afines, facilitando una convivencia basada en la reciprocidad, la comprensión mutua, el respeto y la tolerancia. 

Por tanto, la percepción de compañía y la disponibilidad de relaciones de amistad estrechas son el mejor predictor de felicidad y uno de los factores definitivos para una adaptación positiva al proceso de envejecimiento. El mantenimiento de las relaciones sociales ayuda a las personas a sentirse más competentes, valiosas y útiles, así como favorece la identidad y la autoestima, la felicidad y el bienestar personal.

Nadia Castelló Corbacho

Neuropsicóloga de Kuido Alcalá de Henares